El chisme tiene un destino extraño y contradictorio. Todos lo practican y cultivan, aunque de diferentes maneras y en diferentes momentos, pero nadie puede disfrutar de ser considerado promotor de... chismes, término anglosajón para una charla (aparentemente) inútil. Para aclarar este malentendido y no desperdiciar el lado positivo del chisme (que no es para nada trivial), como cualquier concepto que se precie, vale la pena echar un vistazo rápido a su historia. Y aquí ya podemos entender algunas cosas importantes.
Desde los orígenes de la humanidad, hablamos de la prehistoria, el chisme tiene un valor social que todos los estudiosos, sin excepción, reconocen: servía (y sirve) para crear cohesión en el seno de las comunidades, para mantener en pie ciertas reglas indispensables para la coexistencia pacífica, para ejercer poder, una palabra que, a lo largo de los siglos, nunca se ha separado por completo del uso del chisme, así como del aspecto lúdico, casi juguetón, del chisme.
Las cortes europeas más importantes, hasta su eclipse, sobrevivieron y se consolidaron también a través del uso cotidiano del chisme, en su doble versión de charla ligera y sutil, para entretener y como arma para afirmar y proteger el propio poder.La Corte de Versalles, donde Luis XIV, el Rey Sol, de nombre y de hecho, concentraba a la nobleza de la época, también para tenerla bajo control y no sufrir alguna conspiración siempre a la vuelta de la esquina, Era una guarida de chismosos, mujeres y hombres, sin distinción alguna, y de chismes.i. En ese maravilloso Palacio, se transmitía un programa diario en vivo, día y noche, en un escenario donde se escribieron páginas de la historia, donde se mezclaban chismes con hechos, entretenimiento con el ejercicio del poder. Todo en una mezcla única e imperdible, como lo demuestra la vasta literatura y el cine que nos narran aquellos acontecimientos a la sombra de París. caput Mundi.
El chisme ha sido y sigue siendo una fuerza impulsora importante en la historia, la literatura, la política y la sociedad. Lo que sabemos sobre la verdadera historia de Roma y su imperio se lo debemos, en parte, también a Tácito, un historiador especializado en recopilar y reelaborar los diversos chismes, incluidos escándalos, consumados dentro del establishment romano.
Marcel Proust, antes de ser reconocido como uno de los más grandes escritores literarios de todos los tiempos, y antes incluso de iluminar con sus textos a generaciones de lectores que se habían vuelto adictos a sus historias y a su escritura, no era más que un atento y curioso cronista de chismes, que transformaba las habladurías que oía en los salones donde estaba en su casa (no precisamente como invitado de honor, hasta que se hizo famoso) en maravillosas crónicas talladas en las páginas del periódico. Le Figaro o en textos anteriores a la redacción del La búsqueda, Una obra maestra del chisme, destilada y convertida en un tesoro literario. Desde el Decamerón de Giovanni Boccaccio (escrito alrededor de 1350) hasta los programas de televisión, periódicos y sitios web actuales (principalmente los muy italianos... Dagospia del talentoso periodista Roberto D'Agostino), es innegable que el chisme es una llave de acceso, Tan fatuo y superficial como se quiera, a veces incluso empalagoso, para comprender mejor lo que ocurre en la política, la economía, la sociedad. En la vida cotidiana.
En cuanto al lado lúdico y desenfadado del chisme, se podría citar una gran cantidad de literatura científica que destaca sus beneficios, incluso los psicofísicos.

En definitiva, y para no insistir demasiado en este aspecto, que también tiene su peso (todos necesitamos incluir dosis abundantes de alimentación saludable en nuestras complicadas vidas) ligereza) La biología y la medicina nos dicen que:
- Escuchar o contar historias de otras personas determina la liberación de dopamina, un neurotransmisor capaz de mejorar, de un solo golpe, el estado de ánimo, la concentración y la memoria.
- Hablar de los demás Puede ayudar a procesar y hacer menos peligrosas las emociones negativas, como la frustración, los celos o la ira. Una válvula de escape, en la intersección del cerebro, el corazón y el intestino.
- Para observar otros, incluso de forma curiosa, pueden ayudarle a cometer menos errores y evitar malos comportamientos (sobre todo los “exagerados” y contraproducentes).
- Il El chisme sigue siendo una forma de entretenimiento y distracción, con los efectos positivos y en cascada que de ello se derivan.
Llegado a este punto, sin embargo, llega el momento de establecer algunos límites para no arriesgarse a desviarse. En concreto: identificar los límites del chisme. No todo se puede permitir ni tolerar cuando se trata de hablar de los demás y de sus vidas, incluyendo, sobre todo, su vida privada. El chisme, por ejemplo, nunca debería absorber, como un comensal bulímico, las características esenciales de... discreción (saber permanecer en silencio cuando sea necesario y no invadir violentamente la privacidad de las personas), y no hay necesidad, excepto la tentación de narcisismo, de presumir en todos los sentidos y de cualquier forma, de ser vulgar con una historia con tintes chismosos.
Los chismes deben seguir siendo ligeros por definición, una pluma que vuela por los riachuelos de nuestras vidas, nuestras comunidades, nuestras conversacionesY no puede hincharse como la "brisa" tan bien descrita en las comedias de Eduardo. Es decir, esa voz que solo en apariencia es delgada, ligera e incluso suave, pero que en realidad representa calumnia, malicia, invidia, calumnias. Y a veces incluso odio.
La curiosidad, una aptitud humana natural, fecunda y generosa, que hay que potenciar y no desperdiciar, no debe interpretarse como un derecho casi divino a saberlo todo y a todos, a estar siempre haciendo preguntas indiscretas, a intentar hurgar, como topos, en la vida de los demás.
Y cuando el chisme traspasa estos límites (la ecuación chismes=calumnia = malicia
Es simplemente falso, ya que se puede hablar de todo el mundo sin ofender a nadie.)Entonces lo mejor es silenciar su voz y dejar de lado su humor. De hecho, cuando escuchamos palabras, en forma de relatos, que en realidad son insultos u ofensas hacia personas con las que nos unen lazos de amor y amistad, lo mejor es iniciar una "moción de confianza". Reaccionar ante la denigración, no dejar que pase por nuestro silencio cómplice, distanciarse y defender a las víctimas del insulto disfrazado de chisme. En resumen, poner en su lugar a quien simplemente es grosero.
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